Y dale con lo del arte

Hay como una exageración en el uso del término que acaba en complejo de artista

Hay que escribir la típica columna basiquísima a partir de una definición del DRAE. Arte, segunda acepción de nuestro diccionario de referencia: “Manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”. No se ve ninguna trascendencia ni reflexión filosófica en una definición tan simple. Ni una demanda de habilidad técnica ni tampoco que establezca una oficina colegiada nacional que diga qué es y qué no es arte. El DRAE es más simple, eso sí, que la espantosa proposición que hace el BOE a la hora de catalogar al DJ. Está tan mal escrita que dan ganas de dejar de pinchar.

Pero no, regresa el paliquito a tenor de la gran noticia. Es como el debate de los viejos criticando el reguetón. Igual. Los músicos tristes están con esa monserga de que a) el DJ no es músico (no lo es, no le hace falta, pero le viene fantástico contar con conocimientos musicales o directamente ser músico) y b) el DJ no es artista. Lo segundo es una simplada, una crítica antigua del músico que siente amenazada su hegemonía precisamente en la música por el DJ. Tranquilos, como con el reguetón, también perdieron, hace mucho además, esa batalla. Tienen complejo de artistas. Se les perdona, hay gente que se cree que es mejor persona por escuchar a David Bowie.

Los músicos tristes lo tienen complicado porque los DJ no paramos de comerles terreno. Pero los músicos tristes se equivocan porque todo el espacio que gana el DJ lo gana para la música, es beneficio para el músico. Los músicos tristes deberían hacer música alegre, sobre todo hacer música bailable; entonces se darían cuenta de que los DJ pueden ser hasta sus benefactores.

Todo esto para explicar mi columna de la semana pasada. No es que ahora, por ley, el DJ sea artista, el DJ SIEMPRE fue artista, no quiero volver a la definición de la RAE ni a detallar cómo es una sesión de DJ para explicar esto, no hace falta. Pregúntenle a cualquier DJ que también sea músico si en sus sesiones no hay creatividad, interpretación de lo real o imaginado plasmado con recursos sonoros. No, es que ahora el DJ consigue la categoría legal de artista, con los derechos laborales que ello supone. El BOE no sirve para definir si tal o cual creador es malo, pésimo o genial. El BOE crea un marco legal.

Luego los músicos tristes seguirán con su monserga, clamando al cielo, rasgándose las vestiduras, mientras nosotros, cada fin de semana, llevaremos la música, incluso su música triste, donde ellos no llegan.

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Juana la Cubana
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