Todos me miran mal
La profesión de DJ es esa mezcla de admiración y rechazo
Es complicado escribir sobre la tarea del DJ sin caer en la desencanto y la complacencia. ¿Por qué será? ¿Por qué son tan habituales las quejas de DJ o las quejas de los DJ sobre las quejas de otros DJ?
Le hemos dedicado un par de columnas a la tarea del DJ y a su impacto mental: soledad, exposición pública, trabajo cuando otros disfrutan, autoexigencia… A priori nada nos diferencia del resto del personal de la sala en la que trabajaremos cada noche. Recuerdo terminar sesiones y ver a camareras (ay, ese machismo que sigue y sigue) llorando mientras recogían la barra, sobrepasadas por la presión de un público que, almibarado en alcohol, no sabe comportarse. Es difícil la noche, es difícil bregar con todo lo complicado que supone trabajar para una masa que viene a lo que viene.
Parte de la culpa de la nube negra que portamos los DJ está en el rechazo externo sobre este trabajo. Cuando empezó popularizarse la figura del pinchadiscos, entre los 80 y 90 del pasado siglo, fueron los músicos los primeros en poner chinchetas en el camino: “Solo es darle al play, no haces música, no eres un artista, no eres creativo, lo importante de verdad es tener una banda”. Un debate absurdo porque una cosa es ser DJ y otra es ser músico: se alimentan y los saberes se cruzan, pero son trabajos diferentes. Inciso: el de DJ es mucho más divertido, y se los digo yo que estuve en los dos lados de la trinchera.
Ahora tenemos la incomprensión del público en general precisamente con esos mismos argumentos: “Solo es darle al play, te bajas una lista de canciones de moda y las pones sin más, cualquier puede hacerlo”. Una vez me vio mi padre pinchar y me dijo que por qué tocaba tantos botones. Le di la respuesta sencilla; de todo lo que me ves hacer, lo que tiene impacto en el sonido final puede que sea un 15 o un 20%.
Lo que me gusta de las redes es que muchos DJ están explicando al mundo cómo es nuestro trabajo. Que la tarea requiere de su particular dedicación y esfuerzo, que no es tan sencillo como parece. Seguro que antes nos faltó eso, menos altanería y más decir: “Mira, así es cómo lo hago, parece fácil, seguramente es fácil, pero hay que hacerlo”. Espero que con ese incremento de información consigamos algo tan simple como que se nos considere como lo que somos: un trabajador. Eso sí, dentro de una de las profesiones más bonitas del mundo. Por eso somos tantos, porque esto es demasiado atractivo de hacer.


