La salud mental del DJ también depende de ti
El trabajo del DJ es solitario y en exceso ensimismado. A veces los selectores nos reunimos y hablamos de nuestras cosas (inciso para decirles que este periodista ejerce además como DJ).
Solemos contarnos historias similares: las peticiones que nos hace el público (hace nada me pidieron, literal: “Seijúlalá” escrito en un móvil), las novedades técnicas, tal tema que el otro puso una vez y que no shazameaste… A veces surge un problema que llena de tristeza la cara de mis colegas. La escena es sencilla y, por desgracia, repetida.
Estás en plena sesión, centrado en mantener la pista activa, pensando en cómo orientar la noche, en lo que ya pusiste, en lo que quieres poner ahora, en cómo lo quieres poner, en las sensaciones que te transmiten los bailadores… Tantas y tantas cosas que pasan por nuestras cabezas.
De repente alguien entre el público te mira y te hace un gesto de desprecio, desde un dedo hacia abajo de frustrado emperador romano a un: “Pero si nadie baila” con las manos y cara de abrir el contenedor de basura orgánica. Solo eso es suficiente para fastidiarte la noche.
Recurres entonces a toda tu profesionalidad y la certeza de que la gente sí está bailando, o no lo está porque la noche es rara o porque tú puede que no tengas el día. Haces todo lo posible para tirar… Pero el gesto se te queda grabado.
¿Saben el problema? Que desconozco si existe otra actividad artística en la que se tolere esta mala educación. Recuerdo a una conocida, también artista, que me hizo ese amago de: “Pero qué coño estás pinchando” (y sí, la pista estaba llena) en una de mis sesiones. Me quedé pensando en si un día de estos me plantaba en cualquiera de sus representaciones para levantarme a la mitad y gritar: “Esto es una basura complaciente”.
Si el mundo no necesita tanto odio, el campo de la creatividad, mucho menos.
Recuerden lo obvio. Para las sesiones de DJ vale como para las polémicas en redes: si algo no te gusta, pues te vas; no pierdes horas en dejar una respuesta de repulsa o te pones a hacerle gestitos al DJ.
Recuerden sobre todo que en la cabina hay una persona que está centrada y trabajando mientras tú estás de fiesta y chupitos, alguien que vive de la reacción del público y que sabe lo que ocurre en su espacio: en la pista de baile.
Pensemos en la fuerza de los gestos y las presencias. La empatía en la pista no solo se demuestra bailando o no bailando.
Y otro día hablamos de las peticiones y de los cartelitos en el móvil.


